Los abuelos avanzamos a llegar a esta etapa de la vida, esquivando algunas veces el final. Un día el silencio habló con fuerza y me dijo, escucha, esto es lo que estás sintiendo: «Gracias Dios, gracias vida. Avancé a llegar y a encontrarme conmigo mismo», con mi alma, con la profundidad de mi ser .
Ese gran día, ese hermoso día, fue en el tiempo de encierro de la pandemia, que di espacio al silencio, ese silencio que cuando le das la mano y le abrazas se vuelve el mejor amigo.
Además en esa etapa de encierro, comprendí toda la dimensión y profundidad de las palabras del maestro Jesus. “Perdonar a los otros porque no saben lo que hacen“. Hoy me nutro de la belleza que absorbo de la naturaleza, de la alegría de la buena música, de la sonrisa y acciones de gente sencilla, amable, respetuosa, de buen corazón que se las encuentra todavía; de dar sin esperar recompensas, porque soy responsable de lo yo hago, no de lo que los otros hacen.
Me doy amor y mucho amor a mi mismo y le lleno de esta emoción a mi corazón hasta rebozarle; luego extiendo ese amor a los demás, a los que están dispuestos a recibir y en ese punto de equilibrio, he encontrado la paz para seguir caminando en la vida.
Alzo la vista al cielo, miro las estrellas y les pido cariñosamente que me mantengan con fe y equilibrio
hasta partir; entendiendo lo que es la vida a cada momento, para decir “Gracias Dios, Gracias Universo por haberme dado un tiempo para celebrar la vida en este bello planeta y poder sentir al final del camino la sensación de que disfruté el viaje “.
Profundas tristezas llegaron a mi vida, sin embargo estas etapas dieron más fortaleza y luz a mi espíritu, para entender y amar los momentos de alegría, mirarles de frente, atraparlos y disfrutarlo en toda su plenitud .
Gracias amigos por permitirme sacar las sensaciones más profundas del ser.
Les abrazo desde el corazón.
Martha Vaca 🌹